Colección de microrrelatos que transvasan la delgada línea entre narrativa y lírica en la idea de que la estructura no condiciona en esencia el material artístico y de esta manera se extraen de la misma vida circundante la inspiración para los textos presentes que funden humor, poesía y crítica, siempre reivindicando la dignidad de las personas en su (a veces) difícil tarea de atisbar una esperanza.
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Cuando heredó el arca de su abuelo cuidó en las temporadas cálidas de colocar frascos de agua en sus extremos porque así, decía, la madera recordaba los tiempos en que fue árbol y no podría secarse de aburrimiento.
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El muelle era una escena lúgubre en la noche sin luna, sólo iluminado por la afilada luz de las farolas. Bruno se estremeció al sentir una fría vaharada y se dio cuenta de lo que estaba trasnochando, recordaba la habitación confortable del hotel que había dejado unas horas antes, un tiempo que ahora le parecía lejano e inverosímil en la espera, embrutecida por el tiempo. Miraba el reloj por ocuparse en algo, sabiendo que no le iba a servir nada más que para saber el tiempo que llevaba allí y desesperarse.
Saldría en aquel barco del país y volvería un nuevo tiempo para él, estaba seguro, se puede comenzar de nuevo siempre, se dijo, lo importante era saber adónde ir ahora y no tener miedo. Por eso no podía explicarse la amargura que le producía el tener que zarpar. Así había sido toda su vida, ir dejando atrás los amigos. Pero esta vez todo cambiaría.
