PREFACIO :
Hundiendo sus raíces en las tradiciones del espionaje de la
antigua China, el ninjutsu1 se desarrolló en Japón, durante
la época feudal, a partir de dos zonas geográficas situadas en
los alrededores del lago Biwa: Iga (la actual Mie) y Koga (la
actual Shiga). Las escuelas (ryu) ninja de Iga y de Koga son,
por lo demás, famosas aún en nuestros días.
Por definición, puesto que se refiere al espionaje, el ninjutsu,
en general, y las técnicas propias de cada clan ninja
(a menudo rivales), en particular, siempre estuvieron a cubierto
del mayor secreto. Las enseñanzas se transmitían en
el seno de cada escuela, especialmente de modo oral y por
la práctica. Por esta razón, subsisten muy pocos rastros escritos
históricamente fiables sobre esta materia, y de hecho
solo existen tres grandes textos escritos por auténticos
ninja que hayan llegado hasta nosotros: el Shoninki,2 el
Ninpiden y el Bansenshukai. Este último es el más famoso,
el más completo y el más voluminoso, puesto que reúne todas
las técnicas ninja conocidas en Iga y en Koga, lo que le
valió el sobrenombre de «enciclopedia tradicional del ninjutsu
».
En la época de su redacción, en el siglo xvii, tres influyentes
clanes ninja reinaban preponderantemente en la provincia
de Iga: los Momochi en el sur, los Hattori en la parte
central y los Fujibayashi en el norte. El maestro ninja del
clan Fujibayashi, Fujibayashi Yasutake (o Yasuyoshi) escribió
el Bansenshukai. El hecho de que el norte de Iga y Koga
sean contiguos explica que Fujibayashi Yasutake haya podido
tener acceso, a la vez, a las técnicas de las escuelas ninja
de Iga y de Koga, pues su territorio estaba a caballo de ambas
provincias, y que se retirara al final de su vida a Koga
para escribir su obra, a pesar de su original pertenencia a
un clan de Iga. Eso explica también que el Bansenshukai
se transmitiera en cada una de ambas provincias, aunque en
dos formas ligeramente distintas: veintidós volúmenes reunidos
en diez cuadernos, más un cuaderno de un solo volumen
anexos, en Koga (versión que hemos seguido para
la presente edición); veintidós volúmenes reunidos en doce
cuadernos, más cuatro volúmenes en cuatro cuadernos distintos
anexos, en Iga.
La lectura de estos veintidós volúmenes permite comprobar
hasta qué punto el sobrenombre de «enciclopedia tradicional
del ninjutsu» está justificado. El conjunto es una obra
organizada de acuerdo con una estructura rigurosa, metódica
y racional, que abarca un amplísimo panorama de los distintos
aspectos del ninjutsu, desde la filosofía más abstracta hasta
la más prosaica fabricación de útiles. Cada cuaderno reúne
distintos volúmenes en torno a un tema coherente. Cada volumen
está dividido en capítulos, y cada capítulo se compone
de un número preciso de artículos, más o menos largos, anun-
ciados en el título y numerados como tales en el cuerpo del
propio texto, lo que permite, si es necesario, referirse a un párrafo
concreto de acuerdo con esta división: cuaderno, volumen,
capítulo, artículo.
El cuaderno I, introductorio (jo), comprende la presentación
global del Bansenshukai así como un volumen que
constituye una especie de FAQ (Frequently Asked Questions,
o «Carrusel de preguntas») de la época sobre el ninjutsu, en
forma de diálogo (vol. 1).
El cuaderno II comprende dos volúmenes (vol. 2 y 3), que
tratan de la filosofía y la espiritualidad ninja. Es el cuaderno
de la «rectitud de espíritu» (shoshin o seishin), de la ética
y de los valores morales que se encuentran en la base de la
acción. Los espíritus críticos advertirán que sirve también de
justificación teórica a la utilización por el ninja de técnicas
no ortodoxas, basadas en la astucia y la mentira.
El cuaderno III comprende cuatro volúmenes. Es el cuaderno
de la «sabiduría del general» (shochi). Explica cómo
mandar de modo inteligente y sagaz, es decir en este caso
cómo crear, gestionar luego y utilizar con eficacia una organización
ninja (vol. 4 y 5), y finalmente cómo protegerse a
uno mismo contra los ninja enemigos (vol. 6 y 7).
El cuaderno IV comprende tres volúmenes: infiltrarse a
largo plazo (vol. 8), infiltrarse a corto plazo (vol. 9) y saber
observar y reconocer el terreno (vol. 10). Es el cuaderno de los
«aspectos yang del ninjutsu» o yo-nin. Estas técnicas se califican
como yang (yo en japonés) porque, a la vez, son pacíficas,
preventivas, no ofensivas, y porque el ninja actúa a plena
luz, «en pleno día»: puede mentir sobre sus motivaciones,
su identidad o, peor aún, utilizar técnicas de «desiluetación»,
pero actúa siempre a la vista de todos y siendo conocido por
todos. Se trata sobre todo de reunir informaciones previas. En
el Shoninki, se trata de las técnicas llamadas «de los bueyes y
de los caballos»,3 animales domésticos y diurnos que viven en
contacto con los hombres. Algunas de estas técnicas, que se
refieren al reconocimiento del terreno, pueden incluso, si es
necesario, ser utilizadas por un samurái sin mancillar su honor.
Por lo demás, la mayoría de las técnicas yang consisten
en la construcción de redes de espías e informadores de distintas
formas, a través de las cuales encontramos la descripción
de los distintos tipos de agentes secretos tal como son
definidos por Sun Tzu en El arte de la guerra: agentes locales,
agentes infiltrados, agentes dobles y agentes sacrificados.
Al yang le responde el yin (In en japonés), que se le opone,
pero le es complementario. De este modo, los tres cuadernos
siguientes del Bansenshukai están consagrados a los
«aspectos yin del ninjutsu» o in-nin. Al contrario que las precedentes,
estas técnicas y estrategias se califican como yin
porque, a la vez, son agresivas, intrusivas y ofensivas, y porque
el ninja actúa en la sombra, «en plena noche»: no debe
ser visto ni oído, el enemigo ni siquiera debe sospechar su
presencia Se trata, aquí, de tomar por asalto una fortaleza
o una mansión, de infiltrarse furtivamente para robar, asesinar
o, como mínimo, obtener a hurtadillas información.
En el Shoninki son las técnicas llamadas «de los lobos y los
zorros»,4 animales salvajes y nocturnos que evitan al hombre.
El cuaderno V comprende dos volúmenes sobre el modo
de infiltrarse en los castillos o las instalaciones militares por
lo general bien protegidos: técnicas básicas y técnicas avanzadas
(vol. 11 y 12).
El cuaderno VI cuenta con un solo volumen sobre el
modo de infiltrarse en las casas o los edificios civiles en general
(vol. 13).
El cuaderno VII comprende dos volúmenes: uno sobre
la efracción y el forzamiento de cerraduras, muy técnico y
apoyado por numerosos esquemas (vol. 14) y el otro sobre
las técnicas de guerrilla y ataques nocturnos rápidos (vol.
15).
El cuaderno VIII comprende dos volúmenes: uno sobre la
astrología y la adivinación (vol. 16) y el otro sobre la astronomía
y la meteorología (vol. 17). Es el cuaderno de la «observación
del cielo» (tenji).
El cuaderno IX comprende tres volúmenes sobre los útiles.
Cada uno de ellos corresponde a una categoría de útiles
específicos, ilustrado con numerosos esquemas técnicos: los
útiles destinados a la escalada (vol. 18), los útiles para desplazarse
en medio acuático (vol. 19) y los destinados a la
efracción (vol. 20). Se trata, pues, del cuaderno de los «útiles
e instrumentos utilizados en ninjutsu» (ninki).
El cuaderno X comprende dos volúmenes que tratan de
un tema único: las preparaciones pirotécnicas (vol. 21 y 22).
Es una sucesión de fórmulas que explican, gramo más o gramo
menos, cómo fabricar explosivos, bombas, preparaciones
incendiarias o antorchas para iluminarse por la noche. Es el
cuaderno de los «útiles de fuego» (kaki).
En el plano estratégico, el contenido del Bansenshukai revela
influencias claramente chinas, lo que confirma la afirmación
de Fujibayashi de que el ninjutsu hunde sus raíces en China.
Sobre todo, se observan múltiples referencias a los «siete clásicos
del arte militar», un corpus de estrategia china elegido,
hacia el siglo xi, para servir de base a los exámenes militares
por la dinastía de los Song del Norte: El arte de la guerra
de Sun Tzu, El tratado militar del maestro Wu, El código
militar del Gran Mariscal, El arte del mando del comandante
Leao, Los Tres Órdenes estratégicos del maestro Piedra
Amarilla, Los Seis Arcanos estratégicos y las Preguntas del
emperador de los T’ang al general Li Wei-Kong.5
En el plano filosófico, en cambio, las fuentes de influencia
son más variadas y pertenecen a un revoltijo de las principales
corrientes de pensamiento de Oriente, que son el budismo,
el confucianismo y el taoísmo. Del taoísmo, el Bansenshukai
toma, especialmente, el concepto de fuerza cósmica fundamental
que se expresa en forma del yin y del yang y se refleja
en la propia estructura de la obra con la clasificación
de sus técnicas en yo e in, y también algunas referencias al
Libro de la Senda y de la Virtud (Tao Te King). La teoría
de los Cinco Elementos, otro importante punto de referencia,
procede también del taoísmo. Del confucianismo toma,
poco más o menos, el conjunto de sus valores morales y sociales,
encabezados por la benevolencia, la lealtad y el deber.
Y algunas citas de sus grandes obras clásicas como El Gran
Estudio (Daxue) o las Entrevistas de Confucio (Lunyu). Al
budismo le debe sus referencias al dharma (las enseñanzas
de Buda), que hablan de búsqueda del Despertar superando
la dualidad de la vida y de la muerte, o que preconizan la adquisición
de lo mental estable y apacible para mejor actuar,
algo que le acerca al budismo zen. A todo ello se añaden también
elementos procedentes del budismo esotérico shingon,
corriente fundada hacia el año 800 por el filósofo japonés
Kukai (conocido también con el nombre de Kobo-Daishi)
y determinado especialmente por el uso de caracteres sánscritos
para la transcripción de los mantras. Ahora bien, pre-
cisamente en el Bansenshukai encontramos un ensalmo para
invocar a Marishiten,6 escrito en sánscrito en medio del texto
en japonés (cuaderno VI, vol. 13, cap. 11, art. 2), y el cuaderno
II cita por su nombre a Kukai en su segunda parte. Todo
ello forma así una especie de sincretismo que muestra que
el ninjutsu se desarrolló en la encrucijada de varias corrientes
espirituales muy distintas, para desembocar finalmente en
una filosofía que le es propia.
Del Bansenshukai se dice a menudo que fue redactado en un
lenguaje codificado, pero el término no es del todo exacto. El
texto no está codificado de modo criptográfico: como guerrero
y no como erudito, Fujibayashi no siempre caligrafía muy
bien, pero salvo este aspecto benigno, el Bansenshukai está
plasmado en un japonés del todo convencional para la época.
Más adecuado es hablar de un estilo alusivo propio de los documentos
tradicionales de las escuelas de artes marciales. La
mayoría de estas escuelas, ninja u otras, poseía cada cual un
corpus de técnicas, de habilidades y de secretos de eficacia
que les eran específicos. En un contexto de rivalidades entre
clanes o entre escuelas y, a fortiori, en un contexto de guerra
abierta, no se trataba entonces de divulgar entre los demás los
propios conocimientos. De ahí una enseñanza oral y práctica
que se transmitía solo de maestro a discípulos, o de padres
a hijos, incluso de padre a uno solo de sus hijos. Esta práctica
topaba no obstante con un grave inconveniente: si por una
razón u otra el maestro moría sin haber podido transmitir los
secretos de su arte, o no encontraba heredero(s) válido(s),
toda la tradición de su escuela se perdía para siempre y en
bloque. No era pues razonable prescindir del soporte escrito
para asegurar la transmisión de los secretos de la escuela (a
menudo en forma de rollo de manuscrito), única garantía de
una conservación del saber independiente de los albures humanos.
Estos documentos escritos, naturalmente, eran conservados
a buen recaudo, y solo eran mostrados, transmitidos
eventualmente luego, a un pequeño número de discípulos
bien elegidos. Pero entonces existía siempre el riesgo de que
dichos documentos fueran robados o, sencillamente, leídos
por alguien que no debía tener acceso a ellos. No era posible
pues, tampoco, confiar enteramente en lo escrito y explicarlo
todo. Para superar este doble escollo, los maestros llegaron al
siguiente compromiso: solo consignaban las líneas generales
de su arte, como si se tratara de un recordatorio, o designaban
las técnicas con motes incomprensibles a primera vista;
a partir de esta base escrita, los detalles esenciales y la explicación
profunda necesarios para la completa comprensión de
una técnica se transmitían oralmente (okuden).
Sobre este punto, el Bansenshukai no es una excepción a
la regla: es un documento secreto que solo debía mostrarse
y transmitirse entre ninja. Es muy completo, pero, ya en las
observaciones preliminares, Fujibayashi escribe: «Si los discípulos
ahondan en sus conocimientos gracias a las palabras
de su maestro, podrán comprender toda la profundidad de
esta antología. Si, en cambio, se limitan a leer este libro sin
recibir la enseñanza de un maestro, les será imposible desvelar
sus secretos». Por lo tanto es frecuente leer, a lo largo de
los veintidós volúmenes, la descripción de una técnica en sus
principios generales, seguida por la mención: «Hay tradiciones
orales concerniéndolo» o también: «Hay varios medios
de hacer eso o aquello, pero no los indicaré aquí». A la inversa,
Fujibayashi insiste a menudo en la importancia fundamental
de la práctica y el ejercicio cotidiano de las técnicas.
Si el ninjutsu ha estado rodeado siempre, desde entonces,
por tan drástico secreto, incluso en lo referente a los manuscritos
de cada clan, ¿cómo explicar que Fujibayashi sintiera
la necesidad de escribir una obra tan consistente? Eso
se debe al contexto de la época: cuando decidió escribir el
Bansenshukai, en 1676, Japón había entrado en la era Edo
(1603-1868), que sucedía a la era Sengoku (1467-1603), es
decir la «era de las provincias en guerra». Como su nombre
indica, la era Sengoku había sido un período caracterizado
por permanentes conflictos militares entre provincias,
en ausencia de una verdadera autoridad central. Japón estaba
sumido en el caos por la guerra civil y, en aquella época
especialmente turbulenta, el ninjutsu conoció un considerable
florecimiento, puesto que la guerra arrastraba a todas las
partes presentes a recurrir al espionaje. Los ninja habían sido
especialmente activos y habían constituido unos inevitables
aliados de los señores de la guerra.
Hacia 1600, la era Sengoku terminó con la victoria del
gran general Ieyasu Tokugawa (1543-1616) en la batalla de
Sekigahara. Fue el final de los disturbios y un importante
giro para Japón, que adoptó el camino de la unificación. Así
se inició la era Edo (o período Tokugawa),7 que se considera
como la matriz del Japón moderno, puesto que iba a desembocar
en la era Meiji, en 1868. Japón recuperaba una estabilidad
y una autoridad central. Por oposición a la era precedente,
la era Edo fue un período de paz. De pronto era mucho
menos necesario emplear el ninjutsu. Los clanes ninja iban
siendo, en cambio, cada vez más inútiles, peligrosos incluso,
y reprensibles desde el punto de vista del poder establecido,
como potenciales perturbadores.
La era Edo marcó pues el comienzo del final para esos
clanes. En este contexto de muy claro declive, parece que
Fujibayashi, tomando conciencia de la ineluctable desaparición
de su arte, escribió el Bansenshukai para conservar el
patrimonio de la tradición ninja y dejar así su huella para las
generaciones futuras.
De hecho, su tratado siguió transmitiéndose, con el mayor
secreto, en el seno del medio ninja hasta abril de 1789, fecha
en la que fue hecho público por primera vez, cuando Ohara
Kazuma, descendiente de una familia ninja de Koga, regaló
oficialmente una de sus copias al gobierno japonés. Mucho
más tarde, durante la II Guerra Mundial, se abrió un centro
de entrenamiento especial de espionaje cerca de Tokio,
en el cuarto distrito de Nakano, lo que le valió el nombre
de Escuela Militar de Nakano (Rikugun Nakano Gakko). La
propia existencia de esta escuela fue clasificada como top-secret
en aquella época, pero hoy se ha establecido ya que uno
de los últimos maestros ninja oficialmente conocidos, Fujita
Seiko (1899-1966), estuvo destinado en ella, como instructor,
a partir de 1937. El Bansenshukai formaba parte integrante
de los manuales destinados a la formación de los agentes
secretos, y sus técnicas eran estudiadas para ser adaptadas
y aplicadas en el contexto contemporáneo.
Después de la guerra, la escuela de Nakano se cerró, pero
la fama del Bansenshukai no iba a extinguirse: muy al contrario,
seguía interesando a los servicios secretos americanos
unos veinte años más tarde, como atestigua un artículo consagrado
al ninjutsu publicado en Studies in Intelligence, la
revista interna de la CIA. Aparecido originalmente en la primavera
de 1965, el número de esta revista especializada, destinada
a los profesionales de la información, solo fue desclasificado
en septiembre de 1993: en él puede leerse un gran
artículo escrito por W.M. Trengrouse, titulado «The Ninja.
Oriental prototype of cloak-and-dagger man»8 (El ninja.
Prototipo oriental del agente secreto), que trata exclusivamente
del ninjutsu y cuyo contenido se refiere, explícitamente,
al Bansenshukai. Prueba de que, aunque parezca arcaico
en la forma, ese tratado sigue siendo actual y válido en el fondo,
lo que lo convierte en algo más que un manual del ninjutsu
tradicional: es un gran clásico intemporal de la estrategia,
al mismo nivel que El arte de la guerra de Sun Tzu o el
Tratado de las cinco ruedas de Miyamoto Musashi.